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Tal como habíamos visto anteriormente, la radiación ultravioleta que proviene del sol es muy peligrosa para los seres vivos ya que produce daños genéticos considerables. Por suerte, y tal como habíamos explicado anteriormente, la capa de ozono absorbe hasta el 99% de esta radiación impidiendo que incida en la superficie de la Tierra.
Pero, ¿qué es exactamente la radiación ultravioleta? La radiación UV es una forma de luz más energética que la luz visible y por tanto con una longitud de onda menor que puede ir desde los 400 hasta los 150 nanómetros.
En función de la longitud de onda podremos distinguir tres tipos de radiación UV:
Este efecto dañino para los seres vivos puede usarse para la desinfección y eliminación de organismos vivos en un sinfín de aplicaciones, y por supuesto en todo tipo de tratamiento de aguas en el que tengamos un contenido biológico. Está demostrado que una lámpara que irradie UV-C de 254 nm produce el rendimiento más alto de desinfección.
Cuando la luz ultravioleta incide sobre la cadena de ADN de los seres vivos provoca una unión de varios nucleótidos adyacentes, destruyendo dicha cadena y produciendo la muerte o inactivación de los organismos.
El tratamiento mediante radiación ultravioleta es por tanto una alternativa muy eficaz para potabilización de aguas, tratamiento de aguas de piscinas o desinfección de aguas sanitarias o con alta carga biológica.
Si juntamos el eficaz efecto desinfectante y dañino de la luz ultravioleta con el potente poder oxidante del ozono, obtendremos un efecto sinérgico debido a una serie de reacciones fotolíticas adquiriendo una enorme capacidad desinfectante.